domingo, 21 de febrero de 2010

Nos quejamos

Dicen que nuestra economía se encuentra sumida en una "profunda desaceleración". Han pasado escasamente 8 o 10 meses desde que sus efectos se empezaron a sentir y ya son patentes las quejas de amplias capas de la población.


Efectivamente: No hemos tardado nada en empezar a quejarnos. Ha subido el petróleo, han subido los alimentos, los bancos han "cortado el grifo" del crédito, el paro asoma en el horizonte como una negra borrasca, el "Estado" (otrora proveedor de parabienes sin fin) anuncia políticas de austeridad....y nos quejamos de la suerte que nos ha tocado vivir. Como si de una resaca se tratase, asistimos perplejos a un estrechamiento súbito de nuestras perspectivas "de bienestar".


Nos habíamos acostumbrado a consumir con indisimulada opulencia toda clase de bienes. Nuestra frugalidad consumista hacía que, si no teníamos el dinero necesario para saciar nuestras ansias de disfrute, confiásemos al incierto futuro (y a nuestros hijos) nuestra incapacidad para frustrar cualquier apetencia pidiendo créditos que los bancos nos concedían con alegre temeridad.


El objetivo era crecer. Así nos lo vendían las terminales políticas, mediáticas y económicas. Crecer, y cuanto mas rápido mejor. Nunca tanta gente ha ido tan deprisa hacia no se sabe donde. Tan perversa maquinaria se ha detenido de golpe. Los "sólidos fundamentos" en los que se basaba su funcionamiento se han esfumado. La perplejidad se ha apoderado de todos nosotros y...nos quejamos con amargura. Sí, nos quejamos quizás porque ya no podamos cambiar de coche cada cinco años, porque tengamos que renunciar a ese televisor de plasma que acariciábamos con los dedos, porque no podremos hacernos esa operación de cirugía estética tan "necesaria para nuestra salud psíquica"....con cada renuncia el mundo parece derrumbarse a nuestro alrededor. Nos quejamos con indignación al considerar que "nuestros derechos" están siendo violados por el mismo sistema que nos hizo creer que eramos acreedores a ellos.


Es una sociedad que ha perdido la capacidad de tolerar cualquier grado de frustración por pequeño que sea. Una sociedad INFANTIL, en donde se han destruido los valores que le imprimían RECIEDUMBRE (ahorro, esfuerzo y familia) y donde el único recurso que sabe esgrimir para afrontar esta nueva situación es el de LA QUEJA.


Esta queja continua es solo fruto de un egoísmo y un individualismo que han hechado raíces de forma patológica en nuestra forma de pensar. Esta queja continua solo se puede explicar desde nuestra incapacidad de darnos a los demás y de ponernos en el lugar de los otros. Esta queja enfermiza es el grito desesperado de una sociedad que se agota en si misma después de haber perdido todo sentido de la trascendencia.


Pero no todo está perdido. Hay otras sociedades y otras personas que, aun estando cargadas de razón para ello, no se quejan. Tan solo esperan que dejemos de mirarnos a nuestro propio ombligo para compartir, junto con nosotros, un destino común.


¿Que quienes son esas personas que no se quejan?.
Aquí tienes una muestra:

¡¡Para de quejarte ya !!.
¿Abrirás una puerta a la reflexión para contestar a tantos "porqué"?



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